Adrian Brito

 

¿Pierde su razón de ser la filosofía en los ambientes virtuales de formación?

La tradición de la enseñanza de la filosofía ha mostrado que desde la filosofía se adquieren herramientas de pensamiento crítico, de elocuencia en los discursos y demás elementos que son fruto de procesos que en la enseñanza se dan de manera presencial, precisamente los orígenes de la filosofía muestran cómo su desarrollo se dio en torno a la presencia de un maestro y sus discípulos. Ciertamente en la actualidad, el desarrollo de las investigaciones de tipo pedagógicas ha dado como resultado la necesidad de que los esquemas tradicionalistas de la enseñanza pasen a un lado para darle cabida a una participación más activa de los que hacen parte del proceso de enseñanza aprendizaje. La filosofía, que en su quehacer plantea siempre una visión crítica de todo lo que está establecido como normal, no es ajena a estos procesos en su enseñanza. Sin embargo, cuando se habla de los ambientes virtuales de formación, son muchas las conjeturas en favor y en contra de la enseñanza de la filosofía en estos escenarios, para muchos, teniendo en cuenta la realidad de la era digital en que vive la sociedad, la filosofía debe y puede encajar en este contexto, para otros, aceptando esa posibilidad ven un riesgo en que la enseñanza de la filosofía en los ambientes de aprendizajes pierda su razón de ser, ¿es esto posible?

Los ambientes virtuales de aprendizaje en la actualidad han sido herramientas que han facilitado el acceso a la formación de muchas personas que por razones laborales o familiares se les dificulta estar presencialmente en una universidad o lugar de formación. Existen riesgos de que estos ambientes se presten para la instrumentalización de la enseñanza, pero al mismo tiempo es una oportunidad para que los principios pedagógicos que se plantean como el constructivismo y demás principios que incentivan la participación activa del estudiantes, que poco se ejecutan en la realidad, se pongan en práctica, pues es un espacio donde el estudiante es protagonista de su proceso de formación. Ahora, cuando se trata de la enseñanza de la filosofía son muchos los interrogantes que surgen sobre su auténtica posibilidad, es en ese momento donde el arraigo a lo tradicional entra en conflicto con esta modalidad, sin embargo, la filosofía en relación a la tecnología ha dado paso a que su unión para el desarrollo del conocimiento, cuando sus quehaceres convergen en favor del desarrollo de la enseñanza aprendizaje, el resultado sea la de un proceso de gran enriquecimiento en la construcción de nuevos conceptos, pues la filosofía, al igual que la tecnología permite que se pueda ir siempre más allá de lo que hasta el momento se ha dicho o se ha hecho.

Teniendo en cuenta esta posibilidad, es decir, el hecho de que la filosofía y la tecnología convergen para el desarrollo del conocimiento, es evidente que los ambientes virtuales de aprendizajes son escenarios donde el desarrollo de la filosofía no se puede ver limitado. El quehacer filosófico siempre va estar vigente, de la mano de las alternativas y mediaciones que vayan surgiendo. El riesgo no es si la filosofía pierde su razón de ser en su enseñanza en los ambientes virtuales de formación, sino que los docentes no tengan la competencia suficiente para hacer de la enseñanza de la filosofía en los ambientes virtuales de formación, esto además brinda la oportunidad de que las humanidades y la tecnología se complementen de tal modo que dicha relación sea de enriquecimiento mutuo:

La incorporación de tecnologías de la información y la comunicación (TIC’s) ofrecen una “reconciliación” entre la tecnología y las humanidades. Para la misma se tiene, en su horizonte, la hipótesis de que los dispositivos tecnológicos –concretamente las tecnologías de “entornos virtuales para el aprendizaje”– propician una mayor formación en las habilidades que permiten realizar el proyecto kantiano “aprender a filosofar”. (Vargas 2005, p.7).

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